26 de febrero de 2012

28ª Maratón Ciudad de Sevilla




El pasado domingo 19, tres magníficos panciatletas ( Pedro Huerta, Antonio Marín y el que suscribe Enrique Giráldez) nos enfrentamos una vez más a la madre de las carreras populares, la “maratón”, y digo esto porque el maratón es una prueba durísima, tanto física como mentalmente, de más de 42 kilómetros. Concretamente 42.195 metros de sacrificio que, si se hace con alguien al lado, se hace menos duro. "Lo peor para un maratoniano es la soledad, pero en este tipo de pruebas casi nunca uno va solo"

Mis aliados en esta ocasión fueron Marín y Diego Martín Costa, un antiguo panciatleta, entre los tres nos dimos animos y nos turnábamos a la hora de los avituallamientos.

Y para no aburrir mucho con la crónica... Del kilómetro 2 al 10 corrimos hasta alcanzar en tiempos el ritmo que teníamos programado para una marca de tres horas y cuarto, ya que en la salida al ser desde el interior del estadio Olímpico se pierde bastante tiempo.
Una vez alcanzado nuestro primer objetivo, rodar a una media de 4:37 el kilómetro, venía lo difícil, que no es más que mantener ese ritmo durante 32 kilómetros más.


Todo fue bien ya que los kilómetros iban cayendo uno a uno con facilidad, lo que nos permitía recrearnos y “disfrutar” de la carrera. El paso de la media maratón, en 1h38m, dentro de lo programado, después sobre el km 25 un ligero bajón en el ritmo que se repitió entorno al km 30 pero gracias al apoyo que nos teníamos unos a otros sumado al del numeroso público que se agolpaba en las calles y avenidas de Sevilla salimos adelante.
Fuimos prácticamente toda la carrera adelantando corredores. A partir del kilómetro 30 entramos en lo que popularmente se conoce como “el tío del mazo” o el “muro”, ya que muchos sufrimos las consecuencias de llevar cerca de tres horas sin parar de correr. Empezaban a verse los primeros corredores andando, y otros a los que el muro había dejado muy tocados. Pero nosotros seguíamos a lo nuestro, corríamos cómodos, se nos pasaban los kilómetros volando y parecía que esto no iba a cambiar...
Pero cambió... En el 36 y el 37 el calor ya empezaba a notarse. Y supongo que fue en ese punto cuando se produjo en mi organismo eso que los americanos llaman glycogen deplection. Vamos, que las reservas de glucógeno de mi cuerpo ya se habían consumido, y en ese momento había que tirar de grasas, de metabolismo mucho más lento... Noté el bajón y corrí a 4:52 el 36 y el 37. Pero seguía adelantando corredores, por contra Diego se quedó atrás y tan sólo quedamos Marín y yo, la subida de temperatura nos hizo mucho daño a todos. Pero ya estábamos llegando, tocaba resistir, sufrir, apretar los dientes, a esas alturas ya sabía que iba a hacer marca, pero quería intentar mantener al ritmo hasta el final, pues además de hacer marca, esto se trata de aprender a correr bien...
El 38 y 39 van costando más, pero aguanto a 4:56 y 5:00... Ya no hay The Flow... El tío del mazo ha ido dando a diestro y siniestro, y ahora se ha acordado de mí. Como ya es la segunda vez que me topo con él, me lo conozco y le voy aguantando aunque el tío va dando cada vez más fuerte. A mi alrededor, cada vez más corredores parados, andando o con tirones... , es lo más duro que se ve en la maratón. Pero hay que seguir...


40, 41 y 42, ritmos lentos Ya bastante tocado, pero sin llegar a desfallecer. Aún pasando gente, el calor ha hecho estragos. Y llega el giro al Estadio Olímpico... , se pone la piel de gallina al pisar un estadio después de llevar 42 kilómetros encima y sabiendo que le vas a pegar un buen bocado a tu marca... Juntos entramos en meta , esos metros se hacen volando, llegar te da alas... Paro el reloj y me quedo mirando la pantalla casi sin creerlo, 3:15:28. Nuestro compañero Pedro ya había llegado en 2:54:39 ¡¡Un crack!!

13 de febrero de 2012

MEDIA MARATÓN DE PUENTE GENIL (Córdoba)




En tierra de califas se celebró esta cita de 21,97 km. A las ocho y cuarto de la mañana del domingo 12 de febrero de 2012, hacía en Montellano un grado y medio de temperatura, y durante los 105 km que hay de distancia hasta Puente Genil, llegó a bajar el termómetro hasta menos dos grados. Como podéis imaginar, esto es terrible en una carrera de medio fondo, y si le añadimos 20 k/hora de viento tenemos los ingredientes perfectos para quedarte encogido, desolado y hasta más chico si me apuráis, ¡vamos hecho una calcamonía! Tres osados panciatletas desafiaron el gélido viento ártico, o cuando menos de Sierra Morena: Antonio Marín, Cristobal Gallardo y Capi. Recogida congeladora de dorsales, y salida dos minutos después de las diez y media. La prueba transcurrió durante los 6 primeros kilómetros por el centro de Puente Genil, al que dimos varias vueltas. A partir de esta distancia, comenzó la verdadera proeza, pues salimos del pueblo en dirección a la presa del embalse de Cordobilla, paralelos al canal de riego que inunda y fertiliza toda la huerta de esta población. En el km 13 volvimos de nuevo por el mismo camino y la situación se hizo casi insostenible entre los km 16 y 17 pues daba la sensación de que no avanzábamos, y el aire se hacía casi irrespirable. Nada, “reaños y palante”. Por fin, a partir del KM 18, el recorrido se endulzó un poco, pues comenzamos a bajar y nos adentramos de nuevo en el pueblo. Llegada a meta y recogida de la bolsa del corredor: limonada, agua, pastelitos, una botella de vino de la zona, carne membrillo sello culinario de Puente Genil, un bocadillo, refrescos y una camiseta técnica. Bonito pueblo e importante embalse declarado Paraje Natural, que da vida y productividad a la zona. Ya en Montellano, nos hidratamos en la Bolera, y degustamos pinchitos y gambones para reponer masa muscular. Los tiempos de los hombres de hielo fueron los siguientes:

Antonio Marín 1 hora y 32 minutos 


Cristobal Gallardo 1 hora y 34 minutos 


Capi 1 hora y 50 minutos. 


Un saludo fresquito, amigos.